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Acto de Premiación virtual

La sección de Bibliotecas de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales realizó la premiación virtual del Concurso de Cuento Corto el día 3 de diciembre de 2020 a las 4:00 p.m. En el acto estuvieron presentes dos jurados, dos ganadores, la Jefe de la sección de Bibliotecas, algunos estudiantes, participantes y empleados de las bibliotecas. La bibliotecóloga Martha Helena Pineda Uribe, Jefe de la sección Bibliotecas de la Sede agradeció a los jurados por el apoyo brindado y realizó su presentación así: Nicolás Alberto Duque Buitrago es licenciado en Filosofía y Letras y Magister en Filosofía, actualmente es Director del Centro de Bibliotecas de la Universidad de Caldas y profesor en la misma universidad. Marcela Castillo Villegas es licenciada en Filosofía y Letras y Magister en Filosofía, actualmente es profesora en la Universidad de Caldas. Catherine López Cardona es Administradora de Empresas y Maestra en Artes Plásticas, la mencionada jurado no pudo asistir debido a compromi

Acta de Premiación

La Sección de Bibliotecas de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales agradece a todos los participantes por el esfuerzo y entusiasmo que mostraron en sus cuentos y felicita a los siguientes estudiantes por ser los ganadores del Concurso de Cuento Corto. Primer Puesto : Bono almacén de cadena Autora: Laura Lucía Solórzano Galvis, estudiante del programa curricular Arquitectura Cuento:  Bienaventurados Segundo Puesto :  Bono librería Leo Libros Autor: Juan Felipe Hernández Arango, estudiante del programa curricular Ingeniería Química Cuento: Espérame un poco  Mención especial y premio sorpresa para el cuento más comentado en el blog Autor: Anthony Steven Arango Amorocho, estudiante del programa curricular Ingeniería Química Cuento: El niño con las emociones a flor de piel Acta de premiación

Don Cosiaco y la Bruja

En época de cosecha, Don Cosiaco recoge el café para vender y corta bejuco para convertirlo en canastos que le servirán a los trabajadores para la colecta. Cuando no estaba cargando café, le seguía en frecuencia armar los canastos sobre su silla mecedora, la cual se hallaba en la entrada de su finca mientras fumaba tabaco, solía trabajarlos diligentemente en medio de su humilde residencia. Durante la época, alrededor de 4 generaciones atrás, la gente sabía acabar con piscos al instante simplemente arrojando un palo apuntando al pescuezo; una habilidad que salió a relucir cuando uno de dichos animalitos infortunadamente se hizo lugar en el rango de visión de Don Cosiaco. Este ejemplar tenía un plumaje pardo verdoso, brillante como esmeralda a la luz del sol, de casi un metro de altura, tan rechoncho que estimando vagamente podría proveerle de carne por una semana entera. Como el pisco no pertenecía a su finca, podría disfrutar de tal manjar esa misma noche. Sin afán y sin hacer ruido al

El niño con las emociones a flor de piel

La campana sonó de repente y una horda de adolescentes se movilizó sin muchas ansias hacia la entrada; sus uniformes, de tones grises y blancos, los hacía lucir como un mar de arenisca pálida que se eleva hacia lo que parece ser un cielo tormentoso en medio de un prominente desierto. Y lejos de aquel mar grisáceo se hallaba Julián, un chico de cabello rubio y ojos verdes, que estaba apoyado sobre la vieja verja que rodeaba al claustro. Estaba medio dormido, absorto en su mundo, y a lo lejos escuchaba el eco del eterno debate de sus mejores amigos. ¿Cuándo estás enamorado de alguien, debes decirle y correr el riego, o mejor esperas y dejas que todo fluya? Su amiga Sophie, una romántica empedernida, argumentaba que si sentías algo por una persona debías arriesgarte, confesarte, y esperar que la vida, el dharma, el hilo rojo, las estrellas, y cualquier otro sellador del destino se alinearan para ayudarte. Su amigo Víctor, el capitán del equipo de baloncesto, sugería en contraposición que

El minotauro de Instagram

-   Pregúntame el porqué las asesiné, y te responderé “¿por qué no haberlo     hecho?” Quizá encuentres válido el mandamiento del Sinaí, y no te culpo,     nadie quiere morir, ni siquiera los dioses, por eso prefieren proclamar que no     quieren matar antes de aceptar que todos mueren por hacerlo, el deber      embriaga el querer; y acudiendo al imperativo kantiano obtenemos la piedra     angular de nuestra Constitución, pero fueron ellas mismas quienes      decidieron morir en mis brazos antes que vivir un segundo sin mí. Ya no había     contraargumentos y humildemente acepté sus ofrendas, no veo nada malo      en eso, ¿tú sí? -   … -   ¿Me abofeteas para interrumpir mi risa o para excitarte?, tu silencio te delata;     es una lástima que no te excites, a ella le enardecía abofetearme; y     detallando tus uñas… son del mismo color de su sangre. -   … -   ¿Otra cachetada?, ¡libérate de tu moral de esclava!, tú quieres saber cómo     siete se vuelven cuatro, pregúntame cómo lo hice; s

El Último Eclipse

Un hombre se despierta en la mañana. Abre sus ojos lentamente, su esposa lo besa, y le dice que se levante, que tiene que ir a trabajar. Él se pone de pie, se baña, se viste, se sienta a desayunar con su hija, mientras su esposa lo besa de nuevo como una despedida. Le dice que no olvide que esta noche se tiene que quedar a trabajar, por lo que él tiene que recoger a la niña. La niña sonríe. Les pone más miel a sus panqueques. El hombre termina su café. Lleva su hija a la escuela. Se dirige al trabajo. Escucha una canción que no escuchaba hace mucho en la radio. Sonríe. Esta feliz. La canción se interrumpe. Una reportera desesperada anuncia gritando que el sol se apagó. El sol se apagó, repite. Dice que quedan 8 minutos de luz solar. 7 y 56 segundos. La interferencia se apodera de la radio. Adelante algún auto frena en seco y se choca con otro. El hombre reacciona dando un volantazo, intentando esquivar los autos. Se desvía de su ruta, de regreso al colegio de su hija. Hay un embotellam

Bienaventurados

7:30 am Hola, soy Blanco, el eslabón perdido entre una botella de whiskey y un perro. Me gusta la arquitectura, sin embargo lo único que he podido construir en mis 7 años de vida han sido borracheras rotas y tristes. Paseo por las mismas calles, sin falta, porque siempre están con cierto desnivel, y aquí es dónde puedo chapotear a causa de la acumulación de agua… me recuerdan a mi, algo roto, algo raspado, algo chapoteado, entregando felicidad a los pocos que les gusta mojarse sus patas. 5:00 pm Voy camino a casa de Jade, solo para pronunciar mal su nombre y embriagarme con su olor a nardo y vainilla. Mierda. ¿Que haré?. La amo. Eso creo. O después de tanto me convenzo con todas mis fuerzas de esto. 10:00 pm Una fiesta, un lugar dónde todos intentan inútilmente entregarse a la mal llamada felicidad, pero obedeciendo a la norma de entre más la deseo más la alejo; Me contoneo entre las personas, siempre es lo mismo, ternura y lástima, y depronto escucho: -¡No! ¡Que perro tan triste! Fred

El Gran Solitario

Despertó agitado por la arena y el calor. Estaba en medio del desierto tendido en el suelo. Al levantarse, escudriñó en sus memorias, dándose cuenta del lío en el que se metió. Sus esperanzas de vida eran mínimas justo como él deseaba pero con complicaciones tan graves como el dolor del que tanto escapaba. Huyendo del sufrimiento se alejó de la cueva de sus padres y esto le complicaba la vida más de lo que a simple vista se suponía. Sus responsabilidades aumentaban, enfureciéndolo hasta enrojecerse. La ira corría por sus venas y dejando escapar su espíritu desató intensos golpes en el suelo. Sus puños provocaron tormentas, sismos y maremotos en todas las cercanías. La culpa oprimió su corazón y su cerebro se dirigió a la “caja de pandora” de sus vergonzosos recuerdos de “explosiones” repentinas, en las que con solo su voz provocó nefastos daños en sus relaciones, siendo atrapado por sus miedos e hiriendo a sus seres queridos. Ni si quiera dominaba el tono de sus palabras y por el conte

Adiós

Tengo frio. Te miro, y el intenso y helado fragor que se desborda de tus ojos me quema. Me das miedo. Pero más que miedo, ahora solo siento angustia. Angustia de haberte entregado todo de mí, y ahora, ¿con qué me quedo? Te vas. Ahora te vas, y todo lo que soñé y amé, como las hojas que seducidas por el viento del otoño vuelan lánguidas por lo cielos hacia el final de su corta vida, se van tras de ti, y dejan mi vida (si a esto se le puede llamar vida), vacía, triste, como la tarde de invierno en que la blanca nieve cubre el horizonte que nadie quiere ver. Te vas, ¿y ahora qué?, te llevas enredados entre tus inseguridades mi vida. Mis palabras ya no sonarán igual, porque ya no estarás tú para escucharlas. Mis versos de amor morirán igual con la tarde, y solo quedarán noches, frías y oscuras noches, oscuras y eternas noches, en las que solo se oirán los sollozos rumores de mi silencio. Te vas. ¿no dices nada?, tan solo te quedas ahí, como una mole de concreto gris, que tan solo está para

Sin poder decir adiós

Desperté sofocado por la ola de humo turbia que se acentuaba en el filo de mi frente; tenía mis extremidades entumecidas, laceraciones superficiales en la piel y contigua a mí, en estado inconsciente, mi esposa. Me hallaba muy confundido; de manera inquieta y desesperada quería reconstruir, paso a paso, los sucesos previos que nos habían conducido a ese contexto tan abrumante e inverosímil. Como lo tenía previsto, la estructuración de ideas fue en vano; organizar mis pensamientos cronológicamente se me hacía más difícil de lo habitual, consecuencia del aturdimiento que me había provocado el accidente. Cuando logré algo de movimiento en mis brazos, anulé la distancia que me separaba de la mano de Ana; la sostuve en mi pecho y aunque estaba fría e inmóvil, podía reconocer el barniz rojo escarlata de sus uñas. Llegaron los paramédicos y encolerizado imploré que le brindaran, en primera instancia, atención a Ana; la situaron cautamente en una camilla de primeros auxilios para transportarla