El Gran Solitario

Despertó agitado por la arena y el calor. Estaba en medio del desierto tendido en el

suelo. Al levantarse, escudriñó en sus memorias, dándose cuenta del lío en el que

se metió. Sus esperanzas de vida eran mínimas justo como él deseaba pero con

complicaciones tan graves como el dolor del que tanto escapaba. Huyendo del

sufrimiento se alejó de la cueva de sus padres y esto le complicaba la vida más de

lo que a simple vista se suponía. Sus responsabilidades aumentaban,

enfureciéndolo hasta enrojecerse. La ira corría por sus venas y dejando escapar su

espíritu desató intensos golpes en el suelo. Sus puños provocaron tormentas,

sismos y maremotos en todas las cercanías. La culpa oprimió su corazón y su

cerebro se dirigió a la “caja de pandora” de sus vergonzosos recuerdos de

“explosiones” repentinas, en las que con solo su voz provocó nefastos daños en sus

relaciones, siendo atrapado por sus miedos e hiriendo a sus seres queridos. Ni si

quiera dominaba el tono de sus palabras y por el contenido de estas perdió a su

novia. Su cuerpo le pedía a gritos llenar sus vacíos. Carencia de medios posibles

para saciar las necesidades corporales y de amor. No podía saciarse nunca y abría

un hoyo sin fondo en su interior. Si iba por recursos a las sociedades habitadas,

causaría revuelo y destrucción. Agregando su inclinación por la senda del llamado

“lobo solitario”, le quedaba la opción de desplazarse sin ser descubierto a un sitio

inhabitado en el que se establecería sin causar molestias. Trato de vaciar su mente

y llenarla de la información que conocía sobre el planeta Sarkus. Una idea lo iluminó.

Existía esa especie de pueblos fantasmas que fueron deshabitados ante la

inminente aparición de los gigantes. Comenzó el viaje y con el único que contaba

era consigo mismo. Emprendió su búsqueda, se sumergió en el océano de Petralia,

nadando hacia su destino. Casi sin darse cuenta, empezó a hablarse así:

    -  Wun eres grandioso.

    -   Esto no es nada Jun.

    -   Es solo nuestra opinión.

    -   Exacto. Hablando de lo nuestro, hace rato que no te aparecías, ¿Dónde te

        escondiste? 

    -   Pues fíjate que salí de unas aguas aún más inmensas que estas.

    -   Oh y ¿qué más me puedes contar sobre ese lugar que visitaste?

    -   A ver, ¿qué te puedo decir? ¿Ves esas pineras que se divisan a lo lejos?

    -   Si, están cerca de Centralia. Allá vamos.

    -   ¿Sabes qué es el claro del bosque?

    -   El claro es… el espacio que permite que los árboles salgan de la oscuridad

        a la luz.

    -   No pensé que lo tuvieras tan claro.

    -   Ah no es eso. Solo que lo que dije, aparece en mi libro favorito.

    -   ¿Cuál es tu libro favorito?

    -   El filósofo y el lobo.

    -   Eh, ¿quién pensaría que estos temas se relacionan?

    -   Tantas preguntas.

    -   Tanto drama.

    -   No hables de drama que me acuerdo de nuestros “familiares”.

    -   ¿Esos con que compartimos sangre y diferimos en razones?

    -   Los mismos de los que nos alejamos por voluntad propia.

    -   Ellos, de los que hace parte nuestro voluntarioso padre.

    -   El mismo que dijo: “¡Para de llorar! ¡Por el amor de Dios, tú no eres un

        debilucho humano llorón!”. 

    -   Si, dijo esas y mucho más.

    -   Lo recuerdo y me empiezo a exasperar. Al menos ya estamos cerca de

        Centralia y lejos de él. Fuera de la sociedad y sus estúpidas reglas.

    -   Somos libres. Ya estas atravesando el claro, y yo no tengo nada más que

        hacer aquí.

    -   ¿Te vas tan pronto?

    -   Estuve el tiempo suficiente. Igual dentro de poco ninguno de los 2 existirá.

    -   Es cierto, ya llegamos y muy pronto nos iremos.

    -   Adiós, Wun.

    -   Adiós, Jun.

Salió de su mente y halló su sitio en el mundo. Se encontraba frente a él una ciudad

totalmente deshabitada, con un silencio angelical magnifico. Después de caminar

entre los crepúsculos, se tumbó sobre la metrópoli. Las estructuras le hicieron

cosquillas hasta derrumbarse y le sirvieron de lecho. El cansancio invadía

completamente su cuerpo, las lágrimas brotaron sin previo aviso y sin parar. Su ser

alcanzó el límite y anheló terminar con su viaje. Cerró sus ojos y se volvió uno con

el armazón de la ciudad en su inmensidad.

Por William Junior Henao Loaiza 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




Comentarios

  1. Eres muy bueno!! Sigue haciendolo y llegarás muy lejos!

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  2. Que buena redacción... interesante

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  3. Me gusta la manera en la que expone ese sentimiento tan ambiguo, y como lo lleva a un universo diferente, pues entre más profundo es, menos de este mundo parece. excelente cuento.

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  4. Muy interesante, que buena redacción y expresión, tienes futuro compañero

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  5. Que buen cuento, exelente redacción y planeación.

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  6. excelente, ¡¡¡siga así willy chan!!!

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  7. Este muchacho promete! Sigue escribiendo, William!

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  8. No imagino cuál fue la inspiración, pero es cautivadora la historia en la que se introducen lugares fantásticos en un relato corto, melancólico. Creo que una secuela más larga podría ser fascinante, pero con los detalles que tiene este ya lo es.

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  9. Interesante cuento, felicitaciones, siempre la admiradora de todos tus trabajos.

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  10. interesante imaginacion y redaccion

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  11. interesante imaginacion y redaccion

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