El niño con las emociones a flor de piel

La campana sonó de repente y una horda de adolescentes se movilizó sin muchas ansias hacia la entrada; sus uniformes, de tones grises y blancos, los hacía lucir como un mar de arenisca pálida que se eleva hacia lo que parece ser un cielo tormentoso en medio de un prominente desierto.

Y lejos de aquel mar grisáceo se hallaba Julián, un chico de cabello rubio y ojos verdes, que estaba apoyado sobre la vieja verja que rodeaba al claustro. Estaba medio dormido, absorto en su mundo, y a lo lejos escuchaba el eco del eterno debate de sus mejores amigos. ¿Cuándo estás enamorado de alguien, debes decirle y correr el riego, o mejor esperas y dejas que todo fluya?

Su amiga Sophie, una romántica empedernida, argumentaba que si sentías algo por una persona debías arriesgarte, confesarte, y esperar que la vida, el dharma, el hilo rojo, las estrellas, y cualquier otro sellador del destino se alinearan para ayudarte. Su amigo Víctor, el capitán del equipo de baloncesto, sugería en contraposición que lo mejor era esperar, tener mucha paciencia, y rogar internamente porque todo saliera lo mejor posible. Y Julián solo podía escuchar las razones que cada uno lanzaba al aire, y las sentía hacerse vaho con la brisa, casi con la misma sensación de plenitud que experimentas cuando te estás quedando…

-¿Te estás quedando dormido?- Le espetó Sophie mientras lo sacudía por el hombro. Julián dio un brinco, exaltado. Casi se había sentido fuera de la realidad, ingrávido dentro de sus propias ensoñaciones.-¿Acaso no dormiste bien anoche?

-No Sophie, no dormí muy bien anoche, de hecho, no recuerdo cuando fue la última vez que dormí bien.- Julián se levantó de la verja mientras bostezaba, no podía ocultar el cansancio que traía puesto.

-Sí, eso hemos podido notar. Ya llevas días seguidos con ojeras, parece que dormitaras mientras caminas, y además…-Su amigo Víctor se detuvo a media oración, como si olvidara lo más importante del sermón.- Ah ¡Sí!, por poco olvido la corona de borlas de trigo que traes ahí.-Víctor señaló la cabeza de Julián, quien se pasó una mano de inmediato y suspiró profundamente.

Desde el fondo de los cabellos de Jul sobresalían pequeñas borlas de trigo de color bronce; algunas llevaban pequeñas florecillas blancas. Esta era la manera en la que el cuerpo de Julián expresaba que se sentía agotado físicamente; su cuerpo, en respuesta a ciertas actividades desgastadoras, germinaba borlas de trigo que lucían doradas al sol.

Julián pertenecía al 2% de la población humana que desarrollaba genotipos no convencionales. Esos genotipos expresaban fenotipos que los hacían “diferentes” del resto de la población. Así, entre las muchas maneras que se podía clasificar o “etiquetar” a los seres humanos, estaban los humanos “estándar” y los humanos “singulares”. Julián desarrollo una singularidad que provocaba que las emociones y sentimiento que experimentaba con fulgor florecían en su cabeza. En ese Instituto había solo tres singulares conocidos; Julián con su expresividad involuntaria; Gabriela, cuyo cuerpo se alimentaba de la oscuridad y producía una luz, y Daniel, el atleta ojos de gato con visión acromática y vista de felino. Julián siempre había pensado que, tanto Gabriela como Daniel habían sido bendecidos por la naturaleza; sus dones, como los llamaba su madre, eran muy útiles. En cambio, su don no solo le parecía inútil, sino también irónico, considerando que él siempre se describía como una persona introvertida.

-¿Y por qué no has podido dormir?- Quiso saber Víctor, pero mientras él parloteaba, Julián apenas podía percibir el eco de sus palabras. Entrando de último estaba Cristian, un chico alto, de ojos color avellana, cabello negro azabache y piel blanca; era uno de los chicos más populares del Instituto, capitán del equipo de lacrosse. Su paso a través de la multitud se le antojaba a Julián glorioso, todos le conocían y lo saludaban; muchas chicas le sonreían coquetas, muchos chicos lo abrazaban de par en par; guapo, social e inteligente… El chico perfecto, pensó Julián.

-Sí sabes que no te está escuchando ¿Verdad?- Sophie interrumpió el discurso de Víctor. -Ahora está embelesado admirando a Cristian, como es costumbre.- Sophie le dio un pequeño empujan a Julián, quien pareció aterrizar de nuevo al plano terrenal. -Si de verdad quieres ser discreto, tienes que empezar por no babear cada vez que lo ves.-

-No estaba babeando, solo me…Impresionó.- Julián se dio media vuelta, y siguió mirando de reojo, como quien no quiere la cosa.

-¿Y esas de qué son?- Quiso saber su amiga; señalaba unas pequeñas florecillas del árbol de Júpiter que apenas se asomaban por entre los cabellos rubios. Víctor y Sophie llevaban tanto tiempo conociendo a Julián que ya habían aprendido como se sentía en ciertas ocasiones dependiendo de sus inflorescencias; sin embargo, a veces no podían saberlo simplemente porque lo que crecía en su cabeza lo hacía por un estímulo desconocido, y a veces ni él mismo entendía la sensación que expresaba. Sophie arrancó uno de los pétalos. – Nunca había visto de estas.-

-¡Oyeeee! Sí sabes que me duele ¿No?, crecen a la par de mi cabello.- Julián se quejó mientras se reía; Sophie y Víctor se contagiaron del gesto.- Realmente no sé por qué, tampoco las había visto antes.- Julián mentía; sí las había visto en ciertas ocasiones, pero ni él sabía porque florecían, así que prefería ignorar el desencadenante.-Vamos, la clase de historia está por iniciar.- Y los tres ingresaron al claustro.

Cuando entraron al salón, todos allí conversaban entre risas sobre la fiesta del fin de semana pasado, sobre la feria que habría en la noche, y sobre la graduación, para la que solo faltaban unos meses. Sophie y Julián se sentaron en un escritorio de parejas, y Víctor se sentó en el escritorio de al lado. Julián vio a Cristian entrar al aula, y casi sintió que le faltaba el aire; el chico también lo vio, le dedicó una sonrisa y un coqueto guiño, para luego sentarse con sus amigos del equipo de Lacrosse.

Las flores de Júpiter se hicieron más pronunciadas, se abrieron de par en par y adornaron su cabeza, dándole el aspecto de un mar de oro fundido con pequeñas amatistas en trozos.

-Amigo ¿Estás bien?- Víctor se estremeció; la singularidad de Julián era hermosa, pero a veces podía convertirse en un faro atractor de atención indeseada. Julián voltio a verlo, e hizo una cara de confusión; Víctor señaló su cabeza. -Pareces un jardín en tiempos de verano.- Y acto seguido, le arrancó otro pétalo.

-¡Aughh¡ ¡Ten cuidado!- Julián tocó su cabello, solo para sentir todos los pétalos. Tomó su mochila, y sacó un pequeño gorro de lana que llevaba en caso de emergencias; se cubrió la cabeza rápidamente. La profesora ingresó al aula, y todos hicieron un silencio sepulcral.

Julián había tenido que tomar terapia cuando estaba más joven, debido a que le aterraba la idea de que su cabeza se convirtiera en un jardín como la última vez. Su psicoterapeuta le había dicho que debía controlar su don, suprimirlo, y mientras lo lograba, podía ayudarse con un gorro de lana para cubrir sus repentinas manifestaciones. Él recordaba lo crueles que habían sido los niños aquel día; aún recordaba su odioso canto “cabeza de maceta, terrario seco, solo es mala hierba, rocíen el veneno”; a veces se dormía escuchándolos. El día que conoció a Sophie y Víctor, ellos no solo se sorprendieron con su don, sino que lo animaron a desinhibirse un poco, a tomar por irrelevante lo que otros pudieran pensar y decir, a sentirse propio y amado por lo que era.

-Hoy le diré lo que siento, esta vez será definitivo.- Julián no podía dejar de observar la espalda de Cristian, que seguía conversando con sus amigos.

-¿En serio bro? Pensé que te irías por mi lógica y esperarías a que todo fluyera.-Víctor hizo ademán de agua con sus manos.

-He estado siguiendo tu lógica hace ya tres años ¿Lo olvidas?- Julián tomó su lápiz y pinchó la costilla de Víctor, este se hizo el dolido.

-Es cierto, ya es hora de que tomes la vida por la cola, que te lo digo yo- Sophie interrumpió contenta.-Ya llevan demasiado tiempo hablando como amigos, y la química es innegable.

-Los cuernos Sophie, son los cuernos ¡No la cola!- Víctor rio con fuerza.- Y tienes razón, ya es momento de tomar partido.

-Quizás el grupo del fondo quiera compartirnos algo, al parecer, más interesantes que la historia de la Primera Guerra Mundial.- Miss Gertrudis hizo ademán de dar la palabra, y se quedó callada; todos voltearon a ver hacia atrás, expectantes.

-Mejor no Miss Gertrudis, así estamos bien.- Sophie sonrió tímida, y Miss Gertrudis ladeo sus ojos, exasperada.

Unas horas de clases después la jornada llegó a su fin. Los estudiantes abandonaban las aulas contentos por el nuevo fin de semana.

-Iremos a la feria juntos ¿No es así?- Sophie preguntaba inquieta como niña de ocho años.

-¿Hay opción de ir sin ti?- Víctor se hizo el suficiente, y Sophie lo sorprendió con un gancho al brazo. -Sólo bromeo. – Hizo ademán de rendirse y ella hizo puchero de capricho.

-Voy al baño, los alcanzo en un momento.- Julián se fue a través del corredor, hasta alcanzar los sanitarios. Estaban vacíos, así que se quitó el gorro y puso un poco de agua fresca en su cabello. Había empezado a notar que cada vez que cubría su cabeza se sentía asfixiado, como si le faltara el aire. Se dio cuenta de que las flores de Júpiter seguían ahí, espléndidas y brillantes.

Momentos después entró Kate, una chica rubia de ojos color miel, alta, vestida de porrista. Cerró la puerta tras de sí, y se quedó mirando de manera despectiva hacia el espejo.

-Sí sabes que este tocador es para hombres ¿Verdad?- Julián dejó lo que hacía y la miró a través del espejo con cara de pocos amigos.

-Sí sabes lo ridículo que te ves estando enamorado de mi Cris ¿Verdad?- Kate respondió con tono sarcástico e irritante, mientras enrollaba su coleta en un dedo.

-Primero que todo, debes salir de aquí, no es tu baño.- Julián endureció al voz.- Segundo, no es “tu Cris”, ustedes dejaron de ser novios hace años.- Exasperado, dio la vuelta y la miró fijamente. -Y por último, yo no le he dicho a nadie tal cosa, estás loca.- Lo último lo lanzó con veneno, tal y como las pequeñas coronas de cristo que empezaban a crecer justo en la corona de su cabeza; no había manera de ocultar el desdén, su cuerpo mostraba lo que su boca callaba.

-Pobre e iluso Julián-. Kate contratacó.- Que tonto eres al creer que él se fijará en ti, nadie jamás estaría con un fenómeno de circo como tú, cariño.- Y dicho esto, abrió la puerta y se dispuso a salir.-Adiosito terrario seco, no olvides tomar tu veneno.- Le dedicó una sonrisa retorcida.

Julián se quedó viendo a la nada. Luego, posó sus manos sobre el tocador y apretó las baldosas con furia. -“soy un fenómeno”- se dijo a sí mismo, -“¿Quién podría enamorarse de mí”?- se repitió mentalmente, y las lágrimas empezaron a fluir, como la llave de un lavabo que se ha abierto a su máxima capacidad. Sintió como pequeños cardos salían ahora, removiendo las coronas y las flores de Júpiter. Se sentía enojado, amargo, iracundo consigo mismo.

La puerta del baño se abrió de repente. Julián se repuso, tratando de disimular, pero no había manera de ocultar los cardos, era imposible. Un chico entró riéndose, era Cristian. El chico lo vio y le dedicó una sonrisa a través del espejo.

-Hola Jul ¿Cómo estás?- Cristian se acercó, con una sonrisa eufórica. Julián intentó disimular nuevamente, pero por alguna extraña razón, las flores de Júpiter volvieron a salir, y cubrieron los cardos, y su cabeza ahora lucía como si hubiesen sembrado zarzales y los hubiesen cubierto con tela rojo púrpura. -Solo había podido verte en clase, no he dejado de pensarte.-

-Ho-ho-ho-hola, Cris, ¿Pensarme?.- Tartamudeó Julián al hablar, lo miró y luego desvió la mirada. Intentó cubrir su cabeza, pero Cristian puso su mano sobre la de él, y no le dejó poner su gorrito.

-Qué corona tan hermosa traes hoy.- La observó detenidamente.-¿Ya te había dicho que me encantan los árboles de Júpiter?- Lo miró fijamente, y Jul no pudo sino desviar la mirada de la impresión, tenso porque sus manos se estaban tocando.

Y entonces lo profundizó y lo sintió salir; miró al espejo, y allí estaban ahora las amapolas anaranjadas, tan impertinentes como siempre, y su cara de sonrojo, hasta más no poder, -¡Qué tonto¡-se dijo así mismo, -¿Cómo no puse la mente en blanco? como en la terapia-.

-No sé cómo lo haces, pero es impresionante, ¡Me encanta!- Cristian veía fascinado el ahora colorido jardín púrpura, naranja, rojo y verde que proliferaba en la cabeza de Jul; este, atónito, no podía ni articular palabra alguna.-¿Te gustaría ir conmigo a la feria hoy?, dicen que la rueda estará hermosa porque la han iluminado con tonos como los que traes puestos hoy.- Cristian acercó su mano, y acarició con delicadeza una de las flores, y Julián se estremeció, como seguramente se estremecen las plantas con las caricias de la pícara brisa veraniega.

-¿Quieres que vayamos juntos?- Jul se volvió a sonrojar, se imaginaba a sí mismo como un papel iris deslizado a toda velocidad.

-Me encantaría que fueras conmigo.- Cristian dejó de tomarle la mano y se alejó, abrió una de las llaves y se enjuagó la manos, secó sus manos con papel y luego le dedicó una sonrisa coqueta; y Jul no pudo, ni por un instante, coordinar ninguna fibra muscular con sus deseos mentales de salir huyendo de allí.-Y entonces ¿Sí quieres ir?- Hizo lo que parecía un puchero muy, muy tierno, y Jul sintió que se moría por dentro, y deseo que su cabeza no hiciera crecer más cosas, porque ya la sentía como un terrario de verdad.

-Yo, yo, yo creo que sí.- Jul no podía evitar tartamudear, ¿Qué diablos era todo eso? ¿Dónde estaba la confianza de hacía unas horas?

-¡Qué bien!, eso me hace muy feliz. -Cris volvió a sonreír de manera irremediablemente hermosa, y Jul sentía que moría. -¿Nos vemos allá a eso de las ocho?-. Jul solo asintió y Cris solo pudo sonreír más. Después, se acercó a él y le susurro al oído. -Y por favor, no lleves ese gorro, no puedes cohibirme de ti.- Se retiró y le tocó el brazo suavemente, para después irse y dejarlo en aquel baño.

Jul respiró, profundamente, como si se hubiese privado del aire por voluntad propia. Esperó a que algunas de las flores desaparecieran y salió nuevamente. Se encontró con Sophie y Víctor, y tuvo que inventarse cualquier cosa para no contarles acerca del desagradable momento con Kate ni de la maravillosa invitación de Cris. Acordaron verse en la feria, así que sería una sorpresa para sus amigos verlo llegar con su… Bueno, con lo que sea que estuviese sucediendo.

Luego de caminar algunas cuadras más, Jul se separó de sus amigos y se sentó en el viejo paradero para tomar transporte que lo dejaría cerca de su casa. Y cuando por fin llegó, tomó una larga ducha, se vistió con una remera blanca y unos jeans, y bajó a la cocina por una botana. Su madre, que acababa de llegar del trabajo, se alegró inmensamente cuando lo vio.

-Amor, no sabía que ya habías llegado.- Ella lo abrazó, como si no se hubiesen visto por mucho tiempo.

-Mamá, y ya me voy de nuevo.-

-¿Y tú para dónde vas?- Quiso saber, risueña mientras mordía un trozo de apio.- ¿Quién es el afortunado que saldrá con mi hijo esta noche?

Jul río efusivo.- Eso solo lo dices porque eres mi mamá.- Él tomó una manzana del cuenco de la mesa la mordió con timidez.

-¿Y por que lo digo yo no cuenta?, debería ser incluso más importante, ¡Soy tu mamá!- Ella hizo como si se indignara, y luego le apretó una de las mejillas con cariño. -Cualquier persona es afortunada de tenerte en su vida, te lo digo porque no hay nadie que pueda saberlo mejor que yo.-

Jul miró su reloj, se había tardado demasiado, y la feria estaba un poco lejos. -Mamá, debo irme ya.-

-¿¡Y qué esperas!? ¡Ve!- Su madre lo empujó, no dejaría que su hijo llegara tarde.

Pero antes de que él pudiera salir, ella sopesó.- Amor ¿No llevarás tu gorro?- Su hijo se detuvo en la puerta, inquieto. Jul no sabía como decirle que no quería llevarlo porque estaba cansado de esconder lo que era; pero él no tuvo que decir nada, su madre solo sonrió y le deseo la mejor de las noches.

Jul se encontró con Sophie y Víctor a la entrada de la feria; un hermoso arco de madera servía de entrada, y estaba decorado con muchas luces y música de fantasmagoría. Algunos circenses los recibieron, y a lo lejos, muchos de sus compañeros estaban congregados planeando la noche; ellos decidieron integrarse.

Entre el acúmulo de jóvenes destacaba Gabriela con su luminosidad, y Cris, quien al ver a Jul se fue hacia él, y lo saludó con un abrazo. Sophie y Víctor les dedicaron caras de ternura.

-Estoy tan contento de que estés aquí- Le dijo Cris al oído, la música y los gritos opacaban su voz.

-Yo estoy realmente feliz de estar aquí.- Cris tomó la mano de Jul, la diversión no dio espera.

Algodón de azúcar, carros chocones, criaturas mecánicas, comida rápida, adivinas, encantadores de serpientes, montañas rusas; las luces se desdibujaban y la gente experimentaba la sensación de euforia que se concentraba en el aire. Jul estaba muy contento montado en las tacitas giratorias, solo podía reír mientras detallaba a Cris. Su cabeza estaba adornada de margaritas, la expresión de la plenitud pura.

Cuando el juego terminó, Cris le propuso a Jul y a los que estaban allí que fueran a la rueda de la fortuna, y todos estuvieron de acuerdo. Pero primero, unas bebidas para la cima.

Kate no podía soportar que “su novio” estuviera saliendo con ese chico. ¿Cómo podía haberla cambiado por esa cosa?, era una decepción,

-Kate, no creo que sea buena idea.- Una de las amigas de Kate le decía con tono preocupado.

-Esa cosa es tan corriente que tiene que entender porque jamás podrá ser feliz.- Kate miró a la chica con desdén.-Ahora, apúrate, antes de que se suba a la rueda con mi osito.- Estaban llenando varios frascos con refresco.

-¿De qué quieres la bebida Jul?- Cris preguntó mientras sacaba algo de dinero de su bolcillo.

-De cereza está bien.- Julián se sentía muy apenado. Se había desinhibido de todo, apenas si volvió a ver su rostro en el aparador, solo para darse cuenta de que estaba sonrojado; su cabello, lleno de margaritas, muchas margaritas; y sus amigos, a unos cuantos pasos, movían sus labios para decirle “bien hecho”.

Pero no todo puede ser felicidad, ¿No es así?

-Oye Jul, qué linda remera, ¡Pero el blanco no te va!- Gritaron desde atrás de la fila.

Jul, Cris, y el resto de los chicos se volvieron para ver a una neurótica Kate y su amiga lanzar varios bazos de refresco encima de Jul, cubriéndolo de los empalagosos jarabes. Luego, las chicas empezaron a cantar “cabeza de maceta, terrario seco, solo es mala hierba, rocíen el veneno”; Sophie y Víctor corrieron a ayudar a Jul, y Cris se enojó con Kate y empezó a gritarle cosas inaudibles; algunas personas se burlaban, y Jul se sintió miserable. Las margaritas se secaron en el acto y surgieron las lobenias.

Él empezó a llorar, de manera descontrolada, se sentía transgredido, alienado, humillado. De pronto, todos a su alrededor empezaron a guardar silencio, todos empezaron a llorar, y las luces se colores vivos se tornaron de un azul tristeza. Jul no entendía lo que sucedía, pero todos rompieron en llanto, era devastador escuchar aquello.

Cris se acercó a él, con los ojos totalmente desbordados.-Basta Jul, tienes que dejar de hacer esto.- El chico le pedía que dejara de hacer algo que no sabía que estaba haciendo.

-No sé como hacerlo Cris, no sé cómo parar.- Y en medio del llanto y de la confusión, Cris logró articular un -“cálmate, tienes que dejarlo ir”- y Jul entendió que de alguna manera él estaba transmitiendo lo que sentía a los demás, y los estaba haciendo experimentar su dolor emocional. Así que se contuvo, y poco a poco, todo comenzó a regresar a la normalidad.

Jul se acercó a Cris e intentó secarle las lagrimas mientras lo acunaba en sus brazos.

-Realmente lo siento.-Dijo Jul asustado.- No sé que fue lo que sucedió.- Él podía ver como lo que había hecho había alcanzado varios km a la redonda, y los había subyugado a una atmósfera de tristeza absoluta.

-No pasa nada Jul.-Decía Cris mientras se reía de a pocos.- ¿Ya te he dicho que todo lo que haces me parece maravilloso?- Se reía con satisfacción.

Jul y Cris se apartaron de los demás, la policía había hecho acto de presencia; ahora estaban intentando generar orden.

-No es extraño que a veces tu don te supere, suele suceder.- Cris intentaba sonar razonable, Jul parecía algo inestable justo ahora.

-Soy un fenómeno. Ni siquiera sabía que podía hacer eso.- Pero él estaba demasiado sentido, culpándose a sí mismo, como para ver lo extenso del panorama.

-No es cierto Julián ¿Sabes por qué lo creo?- Cris se acercó a él, y le tomó el rostro entre las manos. -Déjame ver eso que le ocultas a todo el mundo, déjame verte tal y como eres.- Sus labios estaban demasiado cerca, y el vaho se hacía más espeso.

-Sí lo hago terminarás asustado, y ya no querrás verme más.- Jul sintió unas ganas inmensas de llorar, pero tenía miedo de recobrar el incidente. Como había dicho Sophie, esperaba que todos los astros se alineasen para ayudarlo.

-Pruébame, y te aseguro que valdrá la pena.- Dijo Cris, luego dio unos pasos atrás y cerró los ojos.

Jul también dio unos pasos atrás, ¿Qué más daba?, ya estaba cansado de esconderse; si él huía, significaría que la respuesta era un no, pero ¿Y si se quedaba? Inhalo profundamente la brisa helada, y se dejó llevar. Y pudo sentir como se enojaba, y como se alegraba, y como sentía ansiedad, y miedo, y luego euforia, y calma, y se sintió triste, y tuvo valía, y también confundido, amado, deseado y asqueado; su cuerpo era una marea de sensaciones, éxtasis hecho ser. Cuando abrió los ojos, solo pudo ver a un chico pelinegro emocionado, sorprendido y embelesado. Cristian sacó un espejo con marco que había traído de la fantasmagoría y lo puso delante de él.

Y en el se reflejaba un chico rubio de ojos verdes, con una inmensa corona de cardos, campanillas, orquídeas, girasoles, picos de gallo, margaritas, petunias, azucenas, rosas y otras inflorescencias. Un jardín compacto, un terrario humano.

-Nunca debes permitir que nadie opaque o minimice lo que eres.-Le dijo Cris.- Eres la luna que brilla cada noche, y las estrellas que se desprenden del cielo, eres el aire que respiro y el sol que me despierta cada mañana. Tú eres maravilloso, la combinación de las mejores virtudes y los mejores defectos.

Fue entonces cuando Cris se acercó y lo abrazó, y de alguna manera, Jul sintió que todo estaría bien si se permitía mostrarle al mundo de lo que estaba hecho.

“Ámate cariño, y así podrás mostrarle al mundo cuan brillante puedes ser; ámate, cariño, que
 no existe otra combinación cuyo resultado seas tú.”


Por Anthony Steven Arango Amorocho



Comentarios

  1. Felicitaciones! Un excelente cuento, me encantó.

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  2. Excelente cuento amigo , te felicito

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  3. Genial y hermoso cuento Antho, siempre te he dicho del calibre que estás hecho para ésta área

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  4. Me fascinó el cuento, me atrapó, me hizo reír, me hizo sentir empatía con el protagonista, me sentí identificada.

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  5. Excelente redacción. Es un cuento muy creativo y recrea de una manera muy original los sentimientos de una persona

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  6. Excelente cuento, mucha imaginación y creatividad , ante todo la fantasía que hace que el lector se consuma en la historia.

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  7. Está genial, un muy bien cuento, atrapante, ¡felicitaciones!

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  8. Me encanta esa metáfora de las emociones y el florecer��Estupendo Anthony����������

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  9. Muy bien construido, excelente enseñanza. Además, supremamente entretenido. Muy bueno Anthony

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  10. Maravilloso, un cuento que atrapa, que hace sentir muchas emociones, felicitaciones Anthony, eres excelente en todo lo que decidas hacer

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  11. Maravilloso! Logra que lleguemos a sentirnos identificados y nos emociona para que no queramos parar de leer.

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  12. No soy de leer cuentos o similares pero este me atrapo, la verdad me parece super bueno, te atrapa, felicitaciones

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  13. no soy de leer mucho pero cuando empecé a leer este cuento me llamo mucho la atención! me encanto y mas por su enseñanza, felicitaciones.

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  14. Excelentísimo cuento, es de saber que tu creatividad desde siempre ha llevado a superar los límites de lo fantástico ❤️❤️❤️ te quiero

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  15. Excelentísimo cuento, es de saber que tu creatividad desde siempre ha llevado a superar los límites de lo fantástico ❤️❤️❤️ te quiero

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  16. Exelente, gran creatividad parcero (Y)

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  17. Buen cuento lástima que el autor sea usted jajajajja
    No mentira buen cuento 👍

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  18. Buen cuento lástima que el autor sea usted jajajajja
    No mentira buen cuento 👍

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  19. Muy bueno y excelente mensaje 👌

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  20. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  21. Muy bonito cuento ❤️ ideal para público juvenil, de cierta manera es un libro que explica de manera abstracta el rechazo y la exclusión que sufren muchos jóvenes en la actualidad a causa de discapacidad o dificultades ya sean físicas o motrices , entrega un buen mensaje y puede ayudar a enaltecer el autoestima.

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  22. Un cuento que nos llega y nos deja un gran mensaje y enseñanza. Felicitaciones.

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  23. Gran reflexión acerca de la inclusión

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  24. Eres una persona ingeniosa y la metologia de la historia es muy bn te felicito

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